El Rincón de Guayabitos es un sitio acogedor como su propio nombre; claro, dependiendo de lo que se entienda por guayabitos. La playa medio se oculta en la bahía haciendo más amable la permanencia dentro del mar, el cual ofrece a los visitantes unos dos kilómetros de arena libre de rocas.
Guayabitos es una playa popular. Llegan personas de todo México y también de otros países. Si usted busca tranquilidad extrema no le recomiendo este lugar, donde la música de banda se escucha por doquier. No obstante, el interior de muchos hoteles puede ser el refugio para el descanso reparador después del intenso sol y la práctica de variados deportes acuáticos.
Opciones para comer no faltan, el pescado en púa y las frutas para refrescar se los llevan hasta la orilla del mar. En temporada alta se multiplican los vendedores de comida, tatuajes y artesanías; pero, al parecer, tal invasión no resulta demasiado incómoda para los vacacionistas que tienen al alcance de la mano todo tipo de chucherías.
La vista, sin embargo, es tranquilizadora. Las montañas a lo lejos, las palmeras y el acompañamiento permanente de gaviotas y pelícanos dan una dimensión apacible al entorno, aun cuando la playa, sobre todo en periodos vacacionales, esté colmada de familias enteras "atrincheradas" debajo de las sombrillas. Los niños son quienes más la disfrutan por la quietud de sus aguas.
Las tardes en Guayabitos son de paseos por la avenida principal, la cual se encuentra repleta de hoteles, en su mayoría pequeños, y tienditas de artesanías, souvenirs, balsas, salvavidas, trajes de baño, así como restaurantes de comida mexicana. Aunque los precios de los comercios locales son más altos que en las ciudades, siempre hay oportunidad de regatear.
Si quiere encontrar otras opciones recreativas puede trasladarse a Puerto Vallarta. Desde Guayabitos viajará aproximadamente una hora en carro; sin embargo, vale la pena. El malecón de Vallarta ha devenido en una plaza cultural donde se combina la música, el folclor, la escultura y, por supuesto, el disfrute de la buena comida, las discotecas y los bares.
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Texto y fotos: LAPC